Recientemente hablamos de los diferentes tipos de certificaciones de sostenibilidad y bienestar en edificios y hoy queremos profundizar en la certificación ‘WELL Building’, también conocida como certificación WELL sin más. Hablamos de una certificación internacional que se ha aplicado en 98 países para 30.488 proyectos.
Es hoy una de las certificaciones de edificios más populares que corre a cargo del International WELL Building Institute (IWBI), un movimiento global con 10 años de trabajo a sus espaldas. Aunque también tiene un foco en la sostenibilidad, su característica principal es la búsqueda de un objetivo: poner a las personas primero, pues los edificios han de ser espacios que promuevan la salud y el bienestar humanos.
La certificación WELL es la primera en englobar 10 conceptos básicos como hoja de ruta para que los edificios, tengan el uso que tengan, respalden la salud física y mental de las personas.
¿Qué es exactamente la certificación WELL Building?
En España, el organismo encargado de representar los valores, mensajes y certificaciones del IWBI es el Instituto Tecnológico de Galicia (ITG). En su página web oficial, definen la certificación WELL como “un sistema de puntuación dinámico para edificios y comunidades que permite identificar, medir y monitorizar las características de los espacios construidos que impactan en la salud y el bienestar de los ocupantes. Es la primera certificación centrada exclusivamente en la salud y el confort de los usuarios. Está basada en el rendimiento y no en la prescripción”.
Hoy en día es la única certificación de edificios que engloba de manera holística la salud de las personas, entendida como un estado de bienestar físico, mental y social. En ello influyen los factores físicos del entorno, los elementos constructivos, la realidad del propio edificio, el confort general y la realidad social (tanto del edificio como de las políticas locales, regionales y nacionales).
¿Cuáles son los 10 conceptos en los que se basa la certificación WELL?
Los conceptos del WELL Building Standard se agrupan en 10 categorías que resumimos a continuación:
En la segunda y nueva versión de la certificación WELL, existe un undécimo criterio que es el de la innovación: características que allanan el camino para que los edificios desarrollen estrategias únicas para crear entornos saludables
Certificación WELL Building en viviendas y empresas
El objetivo de la certificación WELL en edificios destinados a una función laboral tiene una dimensión completamente diferente. Aquí, el bienestar de las personas (empleados y clientes) tiene que ver con el aumento de la productividad, y una mayor satisfacción y felicidad en el trabajo, además del bienestar que hemos analizado. Para las empresas, el atractivo de contar con esta certificación también va más allá, pues otorga una mayor reputación, facilidades para atraer y retener talento y un mayor retorno de la inversión.
Si hablamos de espacios dedicados a la vivienda, o del sector hotelero, se destaca el reconocimiento y diferenciación en el mercado, además del aumento del valor de activo. Todo ello con el fin de mejorar la calidad de vida de sus ocupantes mediante un entorno saludable que tiene un impacto positivo en la salud.
¿Cómo se puede conseguir la certificación WELL?
El proceso para conseguir esta certificación empieza por registrarse y rellenar un formulario en el que se definirán las características del proyecto (ubicación, uso y datos generales). Tras ello, este edificio recibirá una scorecard personalizada. La puntuación máxima es de 110 puntos, pues cada concepto o criterio se valora del 1 al 10, y tenemos que añadir los 10 últimos puntos en innovación.
Tras el proceso de registro, vendrán el de asesoramiento, envío de documentación, verificación de estos documentos y, finalmente, la certificación. Cada 3 años es necesario llevar a cabo un proceso de “recertificación” que asegure que los valores siguen siendo los adecuados.
La certificación se puede conseguir en niveles diferentes (bronce, plata, oro y platino) en función de los puntos conseguidos. Las cuotas giran en torno a 16 dólares por pie cuadrado (con 98.000 dólares de máximo), una cuota de entrada de 2.500 dólares y una prueba de rendimiento con un coste que parte de los 6.500 dólares.
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